sábado, 13 de noviembre de 2010

Desde la contradicción de las palmas nacen los aplausos



Anoche tuve que aguantar un programa de corazón de Antena 3, que se emite los viernes por la noche y de cuyo nombre no quiero acordarme, en el que descuartizaban y despretigiaban a un gran amigo que me ha demostrado que pese a las adversidades siempre ha luchado por salir adelante en la vida.

Qué pena que aquel mismo que le despristigió y puso en duda su palabra fuese lo que siempre ha sido, un canalla que vive de la televisión para deshonrar a gente que no tiene por qué demostrar nada, porque los que le conocemos sabemos que es una gran persona, que vive de su trabajo y no se mete con nadie. Lamentablemente tanto él en la práctica como yo en la teoría, sabemos lo que es el mundo de la televisión, un mundo diferente al de la amistad, el compañerismo y la veracidad; donde nadie conoce a nadie y donde nunca debes esperar que algún periodista te defienda porque no son abogados pero, a veces, parece que no son personas, que no tienen corazón.

En el fondo y conociendo a mi amigo, yo sabía que lo estaba pasando mal, sentía cada expresión como si fuese mía, cada palabra como si fuese pronunciada por mis labios. Verdaderamente es lamentable el espectáculo que se formó en tu presencia, y tú sin embargo, como un caballero demostraste que no tiene más razón el que da más voces sino el que aguanta pasivamente y se defiende mostrando respeto a una persona que no lo merece. Y por eso hoy desde la eterna lejanía, te ofrezco un aplauso con lágrimas en los ojos porque "desde la contradicción de las palmas nacen los aplausos", signo de admiración y de respeto. Y me quedé con ganas de llamar y demostrar a todo el mundo que tú no eres lo que hicieron ver y aunque yo no hubiese podido aportar datos que hubiesen verificado la verdad pero, no entrando en voceríos y en el espectáculo que se quiso dar, hubiese demostrado a todo el mundo con mi experiencia que "no es oscuridad todo lo que permence en tinieblas". Y desde aquí, amigo mío, mi más sincera enhorabuena, porque tú no tienes que demostrar nada a nadie, porque los que te conocemos sabemos cómo eres; ofrecerte mi amistad y mis sentimientos que ya sabes que, por mi parte, los tienes.

Un saludo muy grande a una persona camuflada entre pelucas, pestañas postizas y maquillaje; pero que tiene unas narices por las que merecen decir un: ¡Ole tus cojones!


Javier ANDRÉS GARCÍA

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Javier y porque no llamaste? yo se como eres y debías de haberlo hecho... no creo que te asuste la factura del móvil...

Javier Andrés García dijo...

¿¿Anónimo??
¿¿Hasta dónde llegará mi inteligencia?? Fíjate si soy listo, que sé perfectamente quién eres...

Cómo se nota que no me conoces, al menos todo lo que tú te piensas, pero en el texto está escrito indirectamente, recuperemos cosas: "[...]aunque yo no hubiese podido aportar datos que hubiesen verificado la verdad[...]" "[...] no entrando en voceríos y en el espectáculo que se quiso dar [...]"
Bueno, y como la gente que me conoce sabe, no me gusta ser el centro de atención y esa persona sabe por qué no lo hice, nada más que objetarte.

Gracias por comentar.
Un saludo a todos.